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En un año un tanto desastroso a nivel mundial, en las últimas semanas hemos recibido tres buenas noticias que nos permiten tener un pequeño halo de esperanza para salir de la terrible pandemia del Sars-CoV-2. Parece que las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca, tienen unos resultados de eficiencia del 95%, lo que, de confirmarse al final de sus estudios, sería más que suficiente para empezar las vacunaciones e intentar controlar la pandemia.
Fuente: MIT News |
Aprovechando esta "fiebre" por las vacunas, quería tratar un tema, quizás no muy conocido para los interesados en la investigación oncológica: Las vacunas contra el cáncer.
Así es, existen diversos tipos de vacunaciones y estrategias para intentar frenar o prevenir el cáncer. Todos los esfuerzos contra el cáncer son pocos, y recordemos que el sistema inmunitario juega un papel central en el desarrollo de los tumores.
¿Cómo funciona una vacuna?
Si has estado interesado en el desarrollo de este pequeño brote en Wuhan China, seguido de… ¡Cuidado, epidemia! Y continuado con… ¡LOCURA, PANDEMIA MUNDIAL!; posiblemente habrás recibido alguna información de la base científica que sustentan las vacunas.
Por si acaso, empecemos por lo más obvio: ¡Funcionan! ¡No, no causan autismo! ¡No, Bill Gates no está metiendo microchips para controlarnos a todos como parte del malvado plan del Nuevo Orden Mundial!
Ojo... Los agentes del Nuevo Orden Mundial están por todos lados |
Aclarado esto, vayamos a la Ciencia. Las vacunas es una forma de "engañar" a tu cuerpo y tu sistema inmunitario haciéndole creer que has sido infectado con un patógeno, cuando en realidad, ¡Has sido infectado con un patógeno! ¿Pero, qué locura es esta?
Maticemos, las vacunas contienen una parte del patógeno, que puede ser: parte de su envoltura, proteínas víricas, el ARN/ADN que les sirve para reproducirse, o material biológico similar. ¡Pero, ojo, es solo una parte, y por supuesto es una parte que no causa ningún daño! Es decir, se eliminan a conciencia aquellas partes que le permiten reproducirse y expandirse por nuestro cuerpo y tan sólo se incluye una porción que pueda ser reconocida por el sistema inmunitario como "cuerpo extraño".
En el caso del coronavirus Sars-CoV-2, la vacuna de Pfizer introduce parte del ARN mensajero que usa el virus para reproducirse, pero sin las capacidades para que este pueda llegar a conformar partículas virales y crecer en nuestro cuerpo. Sin embargo, esa pequeña porción del ARN produce una proteína del virus y eso es suficiente para activar nuestro sistema inmune, ya que nuestros glóbulos blancos (también llamados linfocitos) reconocen esa proteína como "extraña" y desarrollan anticuerpos contra él.
Lo bueno de nuestros linfocitos y nuestro sistema inmunitario, es que tienen memoria, tal cual. Son capaces de registrar y memorizar que patógenos nos han infectado de manera que, si lo vuelven a hacer, reaccionan enseguida y de manera mucho más rápida y lo eliminan antes de que pueda expandirse. Así de sencillo.
Es importante reseñar que la vacunación no exime de contagio. Tras vacunarte contra la gripe estacional, por ejemplo, tu cuerpo desarrolla anticuerpos que están listos para actuar. Por tanto, uno puede contraer la gripe igualmente, pero tu sistema inmune reacciona inmediatamente y evita que el virus se propague por tu cuerpo de manera que no llegas a caer enfermo.
La memoria del sistema inmune es precisamente lo que hace que las vacunas sean efectivas. Además, la carga "pseudo-viral" (y digo pseudo porque recordemos, no es el virus tal cual lo que es inyectado) es mayor que la que obtendrías por un contagio regular, por lo que la inmunidad es mucho más efectiva y generalmente duradera.
Vacunas preventivas contra el cáncer
De acuerdo, pero el cáncer no es un virus, aunque lo parezca por su capacidad de propagación por el cuerpo. Hay que recordar que el cáncer es una enfermedad derivada de la propia evolución natural de las células, es intrínseca al desarrollo y mantenimiento del cuerpo humano. ¿Entonces, cómo se pueden usar vacunas para el cáncer?
Empecemos explicando que existen dos tipos de vacunaciones contra el cáncer: Las preventivas y las terapéuticas.
Las vacunas preventivas, como su propio nombre indican, están diseñadas a prevenir la formación de un tumor. Y esto se puede hacer, cuando existe un virus o un patógeno que es capaz de iniciar la formación de un tumor, algo que por desgracia puede ocurrir.
El ejemplo más conocido es la vacuna contra el virus del papiloma humano o HPV, que puede causar cáncer cervical, vaginal o vulvar. Lo que no es tan del dominio público es que este virus se encuentra “pululando” por muchos de nosotros, aunque la mayoría no tenemos ni idea de que somos portadores.
Esto es una buena y una mala noticia. La buena es que, aunque estés infectado por el HPV, la mayoría de las veces no tiene por qué causar ningún tipo de efecto ni perjuicio y con el debido tiempo, nuestro sistema inmune se encarga de eliminarlo. Aunque conviene hacer un seguimiento habitual con tu médico si se conoce que se ha estado en contacto con él.
La mala es que se puede transmitir muy fácilmente precisamente por no saber que eres portador. Eso sí, la transmisión es sexual, de manera que es necesario mantener relaciones con algún portador para infectarse. Y, al contrario de lo que mucha gente piensa, ¡no entiende de sexos! Tanto hombres como mujeres pueden contraerlo.
Esta debería ser la reacción más conveniente hasta que la infección es eliminada: "¡Mis días de sexo se han acabado!" |
En el peor de los casos, la infección por HPV puede conllevar el desarrollo de un cáncer de la zona genital, sobre todo en mujeres. Es por ello por lo que la vacuna en este caso es preventiva. Si las mujeres en edad adolescente se someten al programa de vacunación pertinente, podrán evitar contraer el virus; lo que no quiere decir que puedan desarrollar un tumor en esa zona por otros varios diferentes motivos.
Vacunas terapéuticas contra el cáncer
Este tipo de vacunas, quizás, sean menos conocidas, debido tal vez a que no se usan tan comúnmente.
Las vacunas terapéuticas o de tratamiento están destinadas a potenciar la acción de nuestro sistema inmunitario para que reconozcan las células tumorales como cuerpos extraños y las eliminen, de forma similar a como funciona la inmunoterapia antes tratada en este blog.
Para ello es necesario saber que antígenos producen las células tumorales. Quizás te suene esta palabra, "antígenos", ya que uno de los test del Covid-19 es precisamente una prueba de antígenos. Los antígenos son trocitos de proteínas, llamados péptidos, que los glóbulos blancos reconocen como extraños. Al detectarlos inician la respuesta inmune enfocada a atacar a las células u organismos invasores (virus, bacterias) que contienen estos antígenos.
Vayamos a uno de esos símiles que tanto me gustan. Imaginaos una convención de moteros que contratan a unos cuantos guardias de seguridad y les dan instrucciones: "A cualquiera que no monte en moto, lo echas". Muy simple. Esos guardias de seguridad rastrean la convención en busca de intrusos. Si ven un tío en bici, ¡a por él! Es un cuerpo extraño que no pertenece ahí.
Aquí tenemos a otro tipo de intruso |
Ahora bien, el guardia de seguridad sabe perfectamente como es esa bici de manera que no supone un problema el reconocerla. ¿Pero qué ocurre si un motero se cuela en moto y saca una bici plegable que ningún guardia ha visto antes? En este ejemplo, un tanto simplón, el motero es una célula normal que se transforma en tumoral.
En este caso estaríamos hablando de un "neoantígeno", o lo que es lo mismo, un antígeno "nuevo" que no se había descrito ni encontrado con anterioridad. ¿Es posible hacer una vacuna contra algo así? Lo cierto es que es muy complicado, cada tumor evoluciona y se desarrolla de manera individual y casi única, y por lo tanto no es sencillo identificar estos neoantígenos de una manera sistemática que permita desarrollar una vacuna.
Un gran porcentaje de la investigación en medicina personalizada del cáncer en el campo de la inmunoterapia está dirigido a identificar estos "neoantígenos" de manera que se puedan desarrollar vacunas personalizadas en un tiempo que sea factible para tratar cada tumor individualmente. Pero como digo, debido a que los tumores no suelen seguir un patrón de desarrollo único, esto es algo muy difícil.
Espero y confío en que está publicación dé cierta visibilidad y ayude a entender el funcionamiento de las vacunas contra el cáncer. Si estás interesado en aprender un poco más del tema, la página de la Asociación Americana contra el Cáncer tiene información útil sobre algunas de las vacunas más utilizadas en la práctica clínica.
Por mi parte, aquí me despido hasta la próxima publicación o si nos ponemos creativos, hasta la próxima huella del cáncer.
FdM.
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